martes, 19 de febrero de 2013

Balada de amor para un vampiro


Balada de amor para un vampiro ( aporte para la revista virtual) 

Tú, que eres inmortal y que acusas el crepúsculo.
Ser despiadado en medio de las fuentes,
ser que pide paz en las sombras
amante desesperado por una lágrima
quietud de fuentes en el camino solitario.
Tú que amilanas las guerras
que con tu hacha matas al ser indefenso
que con tu puñal cruzas las eternidades.
¡Dame! 
¡Dame tu beso de acero!
Temo crear un mundo sin ti
cuanto todo lo que existe es esa devastación
esas soledades desde los tiempos de los tiempos.
Esta es una canción
una balada justiciera de sangre fatal.
Tú que eres mas que un dios
O que una mariposa escondida en la hierba.
Cruzas las aguas de la vida
 temes la eternidad
porque sabes que no morirás.
Sé que ese miedo te atormenta día tras día
Por que? Amante de la sangre
Por qué? Viuda de los abismos
Por  qué? Me señalas para tu inmortal vivencia
Que es lo que pides de mi?
cual es tu verdadero rostro?
Y que camino me entregas tras te ti?
Todos los tiempos son eternos
Todas la vidas son vidas
Todas las aguas son aguas
Todos los caminos son todos los caminos.
Pero, ¿ Donde
donde atraparé la rosa que no quiso florecer?
Para cantar
Para morir
Cuando tu eres eternidad. 

LOS DOS NADADORES


Los dos nadadores

“ Ser original depende de la vida” El autor

Era un día extraño, los dos nadadores caminaros hacia la playa, en un lugar de Mar del plata, habían estado hablando de tiburones.  Uno de ellos le dijo a su compañero: - Hoy es buen día para pescar tiburones, vamos.
Tomaron la lancha y se adentraron hasta  alta mar y con un pedazo de  carne  comenzaron a saciar su hambre.
-Imagina lo hermoso que es matar tiburones, dijo Juan
el otro llamado Pedro le respondió:
-Si es verdad toda nuestra vida es como un poema donde los tiburones arrancan un pedazo de nuestro corazón.
Juan tomó un cuchillo largo y se tiró al mar, de pronto apareció un tiburón enorme y la pelea fue sangrienta el pez le quitó la vida, solo quedaba sangre sobre la superficie del agua.
Pedro quedó mirando el infinito como si el destino decidiera que se perpetuara lejanamente. Volvió con la lancha y entró al hotel donde se habían hospedado con Juan.
Tomó una botella de vino y comenzó a escribir una carta:
“Hermosa Lucrecia tu marido ha muerto peleando salvajemente con un tiburón, te escribo esto para tu bien ya que yo también moriré esta tarde porque el honor de todo hombre de mar es morir entre los tiburones”. Pedro firmó la carta se dirigió hasta un correo y la despachó. Luego subió a la lancha y se fue hasta alta mar.
Tomó un cuchillo miró como el agua estaba embravecida ese día todos los dioses del mar conspiraran y la naturaleza era un demonio en su conjunto.
Tiró carne en el agua y esta se llenó te tiburones, miró el cielo nublado, acechando los horizontes, y gritó, gritó con todas sus fuerzas diciendo:
-¡Dios! Te desafío a que me complazcas, y a nuestros antepasados, te desafío. Luego comenzó a llorar, y gritó ¡ Dios! Voy hasta tu eternidad, espero morir con los brazos cruzados en el mar vuelvo a mi destino. Se tiró a las olas y poco a poco fue un susurro de gaviotas que colmaron las ondas de los tiburones, la paz de un día elegido. Despacio la tarde se fue poniendo y vino la noche como si una sospecha cruzara las aguas, un barco pasó y vió la lancha vacía, un marino gritó:
¡Miren! Una lancha a la deriva. El marino bajó a la embarcación y luego en tierra, supo que ese día habían estado dos hombres comunes luchando contra un destino en medio del firmamento, un destino, cuando llegaron a la habitación de los nadadores guardavidas encontraron una enorme botella llena de colmillos de tiburones con una iscripción que decía:

La Paz de Dios es La paz de los hombres

Juan Y pedro