lunes, 6 de agosto de 2012

EL HOMBRE DEL CINE


El hombre del cine


( Las historias se descubren ) el autor


Era una mañana clara como un eterno sueño, el hombre del cine caminó hacia su cuarto, había pasado unas noches sin dormir. Aquellos días eran extraños, hacía unas cien noches que había vuelto de un viaje, pero esos tiempos extraños sucedían como potros de un cielo de míticas estatuas. El hombre estaba un poco loco, ya hacía mucho que habían decretado que era único en esa ciudad de San Diego. La ultima película que vió era de unos médicos asesinos. Era casi fin de año y el hombre del cine ,como todo el mundo lo llamaba, partió una vez mas hacia la estación, perdería su ultima  carreta hasta que la eternidad de la muerte lo atrapara hacia el infinito. Entró al cine y miró todo el espacio que lo rodeaba, estaba solo en medio de un ritual que ya llevaba unos diez años mas o menos, era el ultimo hombre de San Diego esa ciudad perdida en medio de Estados Unidos. Una mujer entró, le dijo:
-         Señor, usted terminará esta etapa del viejo cine  “ Las Vegas”. Luego demoleremos este lugar para levantar un edificio moderno de 30 pisos.
Era una mañana clara y despertó, se dió cuenta que estaba en un cine y que se llamaba Carlos Martín,  la película terminaba justo cuando el estaba semidormido. Salió del cine y caminó por una calle angosta, luego vió como el tren paraba. 
Pasaron unos soldados, miró el cartel que decía: “Próxima parada San Diego”,  al bajar del tren se dió cuenta que una mujer lo seguía.
- ¡ Señor!  Disculpe, ¿ Usted es el hombre del cine?
-Le ruego que vuelva ya que está caminando hacia el pasado y le recomiendo que no vaya tan deprisa.
Carlos Martín fué hacia el cine en medio de la ciudad San Diego en el año 1975 entró en el cine y observó a unas mujeres con niños, se acercó a una chica, ella  estaba abrazada a su novio.
-  Disculpe, señorita, ¿ Usted como se llama? .
-Marina, le respondió.
- Una pregunta, ¿Que película pasan hoy? 
-Señor no me moleste estoy con mi novio, la señorita volteó la cara.
De pronto se dió cuenta que había una persona conocida pero la luz se apagó.
Las espadas se cruzaban frente a sus ojos, miraba de reojo a la multitud de gente pero no reconocía a nadie. Luego de la función caminó hacia una casa rosa en medio de un descampado. Tocó la puerta y un señor apareció, era un carpintero que lo miró de arriba abajo. Entonces reconoció el rostro de su padre que según el tendría su misma edad, el carpintero  le preguntó:
-         Señor, ¿Que desea?. En este momento estoy cambiando los pañales a mi hijo con mi mujer; Carlos no dijo nada.
-          Pero disculpe creo que tiene algún parecido a alguien de mi familia.


 Retrocedió temeroso, se dió cuenta que estaba en su pasado como en una película de terror, la vida o el destino le jugaba algo siniestro, pero siguió caminando por una calle
de San Diego, poco a poco vió pasar todo el pasado frente a sus ojos. Entró en un café y tomó un papel que le pidió a un mozo del bar y consumió un té con un pedazo de pan con azúcar, comenzó a escribir una historia que es la siguiente:
Había un cine en medio de un lugar Junto a un río de Europa, todos los fin de semana pasaban películas y allí iban los intelectuales de toda la ciudad. En el cine se daban las de Hollywood. Allí iba un grupo de amigos a mirar…
Carlos dudó si seguir con la historia, estaba nervioso, el pasado y el presente se juntaban
Por eso salió del bar se dirigió a un puente que daba al río de San Diego, quería escapar del pasado; pero, ¿Dónde estaría la salida?, como ya no sabía hacia donde ir. Se dirigió a una iglesia, era donde alguna vez había entrado vestido de blanco con su novia.
 Al transponer la puerta sintió algo raro, la fachada del edificio estaba derrumbada y así siguió caminando, todo al su alrededor estaba destruido. Continuó hasta que llegó a la entrada de la ciudad y vió el cartel que decía: “10 kilómetros hasta San Diego”.
Al tomar la carroza sintió que estaba liberado a su lado estaban dos niños con una pareja. La carroza surcó un trayecto extraño hacia un castillo que se divisaba cercano a lo que podría ser su futuro. Pero de pronto la carroza paró en medio de un descampado.
Y ante su mirada estaba un cielo inmenso, era la entrada a un lugar extraño. En la puerta había un cartel que decía: “Museo del cine de Nueva York”.  Cruzó y no había nadie, todo estaba en penumbras, era un lugar hermoso pero silencioso. Advirtió una galería de cuadros llenas de fotos, miles de fotos frente a sus ojos, y comenzó a mirarlas, sus lágrimas cayeron de a poco. Eran todos los momentos de su vida, Carlos Martín regresó a su presente con una mano en su bolsillo, frente a la estación subió al tren, ese tren fue cruzando varias ciudades que poco a poco se transformaron en lugares conocidos, luego cuando el tren paró, al bajar, vió una anciana que abría una puerta de una casa. El hombre del cine tranquilamente cruzó la ciudad y muy despacio entro a una casa, cuando se durmió, una chica lo estaba despertando, diciéndole:
-Señor, la película ya ha terminado, y al salir del cine, sintió como la pareja se alejaba abrazados frente al horizonte de San Diego.



 JAVIER DICENZO