lunes, 20 de julio de 2009

UN ROJO HIRIENDO LA SOLEDAD IMPIADOSA

Un rojo hiriendo la soledad impiadosa


Cuando mi voz acentúa la limítrofe astucia de los dragones,
en el mañana guarecido
con termitas llenas de oro puro,
cuando mi casa retenida se fusiona con el amanecer,
aparecen los escorpiones asesinos.
Cuando la luz decadente posesiona mi vida
en un relámpago implacable en el horizonte,
toda la palabra estremece mis estrellas.
Se ven los diminutos hostigamientos purpurinos
la paz estremece cada gota de cielo.
Cuando el invierno acera la luna recurrente
existe un rojo hiriendo la soledad impiadosa.

JAVIER DICENZO

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