La inmortalidad sin luz
Cuando yo estaba en esos acantilados y llovía dulcemente,
en esos días donde la primavera yacía revoloteando,
amanecía el manto religioso de los gritos ancestrales,
y el infinito retorno me llevaba a las guaridas del amanecer.
Cuando yo penetraba en los azules de las llamas,
todo era un otoño retraído en el misterioso jardín del olvido.
Es por eso que nunca mi voz se elevó hasta Israfel,
mi lira era tan ínfima que no llegaría al eterno canto filoso.
Hay en mi sangre la penetración del rojo fuego,
todos los precipicios acuosos anularon mi mente,
los dioses del edén me agotaron las palabras,
vivo esas dimensiones donde la flor no se marchita,
en esta realidad que fulgura el cristal puro de los manantiales.
Ruego cuando estoy en esos acantilados penumbrosos,
que los infiernos no me delaten ante mis vanidades,
porque sé que en mi está el secreto de la inmortalidad sin luz.
JAVIER DICENZO
Como quisiera escribir como vos, pero para hacerlo tendría que saber qué carajo fumás
ResponderEliminarDexter: La poesia que escribo es el trabajo de muchos años, de muchas busquedas y fracasos. Tengo un problema de salud pero estoy bien tratado. Te repito yo no tomo nada, es el esfuerzo de tantos años y mucha lectura.
ResponderEliminarsaludos
javier
Dexter: La poesia que escribo es el trabajo de muchos años, de muchas busquedas y de muchos fracasos y aciertos. YO tengo un problema de salud psicologico, pero estoy bien tratado. Esta poesia es producto de una busqueda de la palabra y de mucha lectura.
ResponderEliminarjavier